RELATOS
La sala de espera
palidecía bajo una lámpara moribunda. Eran las 6:15 p.m. y, aunque tenía más
hambre que sed, desenrosqué la botella y acabé con el agua que quedaba de un
largo trago. “Pasajeros con destino a Santa Rosa, favor de aproximarse al andén
número nueve”, repitió tres veces el altavoz redondo y blanco incrustado en el
techo. Fui el último en formarse: éramos solamente once personas... (CONTINUAR)
Recuerdo
muy bien aquella tarde estival. Mi hermano David y yo estábamos jugando
a la escondidas y era su turno de ocultarse. Estuve buscándolo por un
largo rato hasta que me dirigí a la sala; ahí, mi madre y mi tío Hugo
charlaban y bebían café como solían hacerlo cada viernes... (CONTINUAR)
Esta
historia inicia con una coincidencia. Eran las 09:00 a.m. y Miranda y
Saúl habían documentado su equipaje: tenían una hora por delante antes
de que su avión partiera. En la sala de espera se sentaron en asientos
contiguos, pero guardaron silencio: Miranda seguía molesta porque él no
estaría los siete días junto a ella en Ciudad Juárez... (CONTINUAR)



